Es parte del fundamento de la Psicoterapia Simbólica que el paciente resuelva sus conflictos intrapsíquicos a través de la experiencia emocional correctora que representa la dinámica imaginativa del ensueño. En el mismo, muchas veces, revive situaciones traumáticas de su vida, con las figuras parentales o no, y las resuelve simbólicamente de la manera más adecuada al caso, corrigiendo de esa forma la experiencia emocional dolorosa. En estos casos el desplazamiento de dichas figuras conflictivas se efectúa sobre el símbolo que las representa en el ensueño. Si bien esto ocurre así, quisiéramos mostrar un caso en el que la paciente se comportó de la manera descripta durante el ensueño y, posteriormente, en la interpretación del mismo, efectuó el desplazamiento sobre el terapéuta. La interpretación de lo ocurrido movilizó y esclareció sobremanera a la persona, produciendo un cambio de actitud muy marcado hacia la terapia en general .

 La paciente tenía poco más de 30 años; soltera, con todas las características de una personalidad histérica, con predominio de la infantilidad, la represión y el manejo de la seducción. Las figuras parentales muy presentes como fuentes de aprobación y dependencia afectiva. Tenía dos experiencias psicoterapáuticas anteriores, de otra orientación. Desde el inicio de esta propuesta mostró un gran deseo manifiesto de incuersionar en los ensueños, pero este deseo se transformaba durante los mismos en una resistencia y oposición casi absoluta a progresar en la investigación y resolución de lo imaginario. Su actitud era, permanentemente y ante mínimas conclusiones arribadas, de asombro y de interés por demostrar que con eso ya había elaborado muchísimo y que se sentía marcadamente mejor. Estas actitudes le eran interpretadas por el terapéuta como resistencia a profundizar y como deseo de ser aprobada por sus logros. 

La circunstancia que queremos describir ocurre en el ensueño del Castillo, donde claramente ella viene encontrando símbolos de su pasado familiar. Transcribimos textualmente el fragmento en cuestión:

"-Terapeuta: Busque una forma de iluminar ese lugar.

- Paciente: Busco una llave de luz. Prendo y encuentro más retratos. Hay uno que me impresiona. Demasiado grande y muy real. Me recuerda haberlo visto, pero......Siento que está ahí, mirándome!.

- Terapeuta: Reconoce a la persona de ese retrato

- Paciente: Sí. Nunca lo ví, lo ví por fotos. Me hablaron mucho de él. Es la foto de mi abuelo."

 Unos días después, cuando íbamos a encarar la interpretación de este fragmento del ensueño, concurre a la sesión buscando la aprobación del terapeuta sobre su conducta en algunos acontecimientos ocurridos en la semana, si bien ella en lo explícito dice buscar sólo que la ayude a ordenar las ideas. Cuando se le aportan señalamientos con la intención de "ayudarla a ordenar", se queja al terapeuta de que él no valora lo que ella hace bien.

 Minutos más tarde, en la misma sesión, interpreta la "mirada penetrante" del abuelo en el retrato diciendo: "está mirando todo lo que hago". Y agrega a continuación: "como el terapeuta", "no le gusta nada de lo que hago", "lo único que valora mi papá es el trabajo y no lo sentimental". Entonces expresa el lamento personal por siempre buscar la aprobación del padre.

 En ese momento, entonces, realizamos una interpretación de lo ocurrido en la sesión conectándolo con el ensueño. La paciente estaba condensando en la mirada del retrato del abuelo en el ensueño, las figuras del padre y del terapeuta, y desplazando sobre este último, en la sesión, la imagen del padre en sus actitudes de control y en el deseo de ella de ser aprobada por él. Incluso se extendió el comentario hacia toda la terapia, donde ella, más que buscar profundizar en sus conflictos, deseaba ser reconocida por el terapeuta en su interés por "hacer ensueños" y por sus " rápidos logros". Si bien estos planteos ya habían sido manejados en otras ocasiones, en esta oportunidad la paciente encontró claramente vencidas las resistencias a reconocerlos o la posibilidad de racionalizarlos, creemos por la doble vía de abordaje interpretativo de sus defensas.

 Lo más significativo y que lleva a realizar esta exposición, es que la pciente mostró un sensible cambio de actitud a partir de esta interpretación: colaboró en profundizar en sus ensueños a pesar de los obstáculos que encontraba, dejó de mostrarse "asumiendo y resolviendo rápidamente toda su realidad" e, incluso, comenzó a concurrir puntualmente a la sesión. El cambio fue tan marcado que en los meses siguientes se trataron facetas de su personalidad que no sólo no se habían podido analizar en el tiempo previo a esta terapia, sino que tampoco habían aparecido en las terapias anteriores. Esto se vió acompañado por rupturas concretas y manifiestas en la dependencia de sus padres.

 Creemos, en conclusión, que la paciente logró percibir más claramente los mecanismos que la estaban condicionando al repetirlos, corregirlos y esclarecerlos no sólo en el ensueño y su interpretación, sino también en el terreno de la relación actual con la persona del terapeuta, sobre la cual desplazaba, muy probablemente desde la elección del mismo, elementos de la figura del padre en ella. Consideramos que tener en cuenta este posible mecanismo e interpretarlo cuando se presenta puede permitir profundizar los logros obtenidos a través de los ensueños. Elementos que obviamente hacen al encuadre de la Psicoterapia Simbólica.